Un tribunal ruso condenó el lunes a un director de teatro y a un dramaturgo por cargos de terrorismo y los condenó a seis años de prisión cada uno, el último de una implacable ofensiva contra la disidencia en todo el país que ha alcanzado nuevas alturas desde que Moscú envió tropas a Ucrania.
Zhenya Berkovich, una destacada directora de teatro independiente, y la dramaturga Svetlana Petriychuk ya llevan más de un año en prisión en espera de juicio.
Las autoridades afirmaron que su obra “Finist, el halcón valiente” justifica el terrorismo, que en Rusia es un delito que se castiga con hasta siete años de cárcel. Berkovich y Petriychuk han rechazado repetidamente las acusaciones en su contra.
En una audiencia, Berkovich dijo al tribunal que había montado la obra para prevenir el terrorismo, y Petriychuk se hizo eco de su sentimiento, diciendo que la escribió para prevenir eventos como los representados en la obra.
Los abogados de las mujeres señalaron en las audiencias judiciales previas al juicio que la obra contó con el apoyo del Ministerio de Cultura ruso y ganó el premio Máscara de Oro, el galardón nacional de teatro más prestigioso de Rusia. En 2019, la obra fue leída ante reclusas de una prisión de mujeres en Siberia y el servicio penitenciario estatal ruso la elogió en su sitio web, dijo el abogado de Petriychuk.
El proceso contra Berkovich y Petriychuk ha provocado indignación en Rusia. Una carta abierta en apoyo de los dos artistas, iniciada por el periódico independiente Novaya Gazeta, ha sido firmada por más de 16.000 personas desde su detención.
La obra, afirmaba la carta, “transmite un sentimiento antiterrorista absolutamente claro”.
Decenas de actores, directores y periodistas rusos también firmaron declaraciones juradas instando al tribunal a liberar a ambos de la custodia en espera de la investigación y el juicio.
Inmediatamente después de que Rusia lanzara su invasión a gran escala de Ucrania, el Kremlin desató una campaña de represión generalizada, sin precedentes desde la era soviética. En la práctica, criminalizó cualquier crítica a la guerra y las autoridades no sólo atacaron a figuras prominentes de la oposición, que acabaron recibiendo penas de prisión draconianas, sino a cualquiera que se manifestara en contra de ella, públicamente o de cualquier otra forma.
También en Rusia la presión sobre los artistas críticos aumentó. Se despidió a actores y directores de teatros estatales y se prohibió a los músicos actuar en el país. A algunos se les puso la etiqueta de “agente extranjero”, lo que conlleva un escrutinio gubernamental adicional y fuertes connotaciones negativas. Muchos se han ido de Rusia.
Berkovich, que tiene dos hijas adoptadas, se negó a abandonar Rusia y continuó trabajando con su producción teatral independiente en Moscú, llamada Las hijas de Soso. Poco después del inicio de la guerra en Ucrania, organizó un piquete contra la guerra y fue encarcelada durante 11 días.