CIUDAD DE PANAMÁ (AP) — La migración a través del Tapón del Darién que divide a Colombia y Panamá ha disminuido significativamente este mes desde que el presidente panameño José Raúl Mulino asumió el cargo y ordenó a las autoridades tomar el control de la densa selva fronteriza, dijo el miércoles la policía fronteriza del país.
Aun así, la migración a través del Darién sigue siendo similar a la de 2023, un año récord en el que más de 500.000 migrantes (más de la mitad venezolanos) emprendieron el peligroso viaje.
El Servicio Nacional de Fronteras informó el miércoles que 11.363 migrantes habían cruzado la frontera desde el 1 de julio, unos 9.000 menos que en el mismo período del año pasado.
El director general de la agencia, Jorge Gobea, atribuyó la reducción a la instalación de alrededor de 3 millas (5 kilómetros) de alambre de púas en cinco senderos en un esfuerzo por canalizar a los migrantes hacia un “corredor humanitario”.
También dijo que el anuncio del gobierno sobre sus esfuerzos más agresivos y su plan de deportar a los migrantes de regreso a sus países, así como las fuertes lluvias, podrían haber afectado el número de personas que cruzan la frontera.
Mulino asumió el cargo prometiendo detener la migración ilegal a través del Tapón del Darién. El gobierno estadounidense aceptó pagar los vuelos de deportación para aquellos migrantes considerados inadmisibles, pero esos vuelos no han comenzado.
En lo que va del año, más de 212.000 migrantes han ingresado a Panamá por el Darién. Además de venezolanos, también cruzan migrantes de Ecuador, Colombia y China.
Los esfuerzos activos de Panamá para detener y deportar a los migrantes constituirían un cambio enorme.
Bajo el gobierno saliente, Panamá había procurado ayudar a los migrantes a cruzar el país de manera rápida y ordenada. Los migrantes generalmente salían de la selva, se registraban ante las autoridades y eran llevados a través del país hasta la frontera con Costa Rica.
El fortalecimiento de las medidas de control en Panamá podría reducir el número de migrantes que llegan a la frontera estadounidense, al menos por un tiempo hasta que se establezcan nuevas rutas, pero también podría obligar a los migrantes a utilizar rutas más riesgosas y ser una bendición para los contrabandistas.