El panorama geopolítico reciente, marcado por el conflicto en curso en Ucrania y el regreso de la competencia entre grandes potencias, exige una reevaluación de la postura de la OTAN sobre las municiones en racimo.
Bajo el liderazgo de Jens Stoltenberg, la OTAN adoptó la Convención sobre Municiones en Racimo, o CMC, en 2008, que prohibía 124 prohibir a los Estados miembros almacenar, utilizar o fabricar esas armas debido a su naturaleza indiscriminada y a sus consecuencias humanitarias a largo plazo.
Pero la continuación de la guerra ruso-ucraniana, la El mayor conflicto europeo desde la Segunda Guerra Mundialy la inminente amenaza de un ataque ruso y chino. “Amistad sin límites” exige un cambio estratégico.
Por lo tanto, la futura eficacia de la OTAN para disuadir la agresión rusa depende de su retirada del tratado y de la reanudación de la producción y el despliegue de municiones en racimo.
La defensa de Europa frente a la agresión rusa exige un enfoque pragmático que equilibre las obligaciones morales con las necesidades estratégicas. El CMC, aunque noble en sus intenciones, ha demostrado ser un lastre estratégico.
La nueva dirección de la OTAN debe corregir este rumbo y garantizar que siga siendo capaz de defender a sus Estados miembros frente a las amenazas presentes y futuras. Retirarse de la CMC y restablecer el uso de municiones de racimo es una decisión difícil pero necesaria para fortalecer la postura defensiva de la OTAN y garantizar la paz en Europa.
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Tampoco tiene mucho sentido seguir siendo parte de una convención sobre control de armamentos cuando es poco probable que se lleguen a futuros acuerdos al respecto.
El CMC limita las capacidades de la OTAN al tiempo que le da tiempo a Rusia para construir y mantener una base industrial de defensa que sea Ya muy por delante de EuropaLa industria de defensa europea ya ha luchó producir municiones convencionales y reorientarse hacia la producción de municiones en racimo demasiado tarde podría resultar desastroso.
La OTAN bajo el mando de Stoltenberg ha tenido dos años y medio de guerra en Ucrania para sacarla de la debacle del CMC y sugerir que todos sus miembros se retiren.
Sin embargo, el papel de liderazgo de Stoltenberg en la creación de la CMC pone de relieve la contradicción inherente entre el control de armamentos y la disuasión. Debilitar las capacidades de disuasión de la OTAN mediante la adhesión a la CMC podría envalentonar a Rusia al hacer que Europa sea más vulnerable y correr el riesgo de sufrir mayores pérdidas de vidas en caso de conflicto.
El mandato de Stoltenberg como secretario general de la OTAN está marcado por una importante contradicción. Su papel en la fundación de la CMC estuvo motivado por preocupaciones humanitarias, pero como líder de la OTAN, es responsable de disuadir la agresión rusa.
En el CMC de 2008, Stoltenberg fue citado “El tratado impone obligaciones morales a todos los Estados de no utilizar bombas de racimo” y “la prohibición de las bombas de racimo llevó demasiado tiempo. Demasiadas personas perdieron brazos y piernas”.
A pesar de la presión del CMC para que otros miembros de la OTAN se unan, los estados europeos bajo una amenaza más directa de Rusia (como Finlandia, Polonia, Estonia y Letonia) se han negado a unirse a la convención, lo que ha llevado a una OTAN bifurcada.
Stoltenberg, a pesar de su oposición a las bombas de racimo, ha sugerido repetidamente que Rusia no se detendrá en Ucrania.
“Creo que no hay duda de que el presidente Putin está tratando de restablecer una esfera de influencia para garantizar que Rusia tenga control sobre los países vecinos”, Él dijo en el Wilson Center en junio.
La CMC, aunque motivada moralmente, ha debilitado inadvertidamente a la OTAN, y defender una limitación de las capacidades defensivas a pesar de destacar la amenaza que supone Rusia para la vecina OTAN es contradictorio.
La inconsistencia moral del papel de Stoltenberg en la CMC y como secretario general de la OTAN es palpable. Una organización creada para evitar la guerra mediante la disuasión ha renunciado a su responsabilidad de proporcionar la mejor defensa posible. La incapacidad de Stoltenberg para conciliar estos papeles opuestos ha dejado a la OTAN en una posición precaria, con algunos estados miembros, como Lituania, tomando medidas independientes para retirarse de la CMC y reforzar sus defensas.
Los recientes acontecimientos de Lituania decisión La retirada de Stoltenberg del CMC con una votación parlamentaria decisiva pone de relieve la creciente división dentro de la OTAN. Los países de Europa del Este, muy conscientes de la amenaza rusa, consideran que la necesidad de las municiones de racimo es un componente crítico de su estrategia de defensa. En cambio, las naciones de Europa Occidental siguen atadas por el CMC, lo que crea una grieta que socava la unidad y la eficacia operativa de la OTAN. ascensión La elección del primer ministro holandés, Mark Rutte, para liderar la alianza ofrece una oportunidad crucial para que un nuevo liderazgo aborde esta división y establezca una política cohesiva.
Hasta el momento, Rutte no ha hecho declaraciones sobre las municiones en racimo, pero para resolver la dispersa política de la OTAN sobre su uso, debería tomar en serio la opinión de los países de la OTAN sobre la frontera con Rusia.
La importancia táctica de las municiones en racimo
La aplicación práctica de las municiones en racimo en Ucrania ha demostrado su valor estratégico. Turquía suministra municiones convencionales mejoradas de doble propósito (DPICM) a Ucrania Resultó fundamental en la batalla de Bajmut.mostrando la letal eficacia de estas armas en Múltiples áreas fundamentales.
Las municiones en racimo pueden cubrir grandes áreas de manera eficaz, lo que las hace ideales para atacar tropas y vehículos dispersos o en movimiento. Su naturaleza de doble propósito les permite ser efectivas contra una variedad de objetivos, desde blindados ligeros hasta personal.
La aprobación por parte de Estados Unidos de la transferencia de municiones en racimo a Ucrania pone de relieve aún más su necesidad en la guerra moderna. La demora en el suministro de estas municiones debido a debates políticos arraigados en la CMC ha costado vidas y debilitado la defensa de Ucrania.
La retirada de los miembros de la OTAN de la CMC no sólo unificaría la postura de la alianza, sino que también enviaría una clara señal a Rusia respecto de la determinación de la OTAN. El reciente apoyo a las municiones en racimo por parte de los países de Europa del Este y el éxito práctico observado en Ucrania constituyen un argumento convincente a favor de este cambio estratégico.
Además, la OTAN debe adoptar una postura sobre las municiones en racimo como organización, en lugar de Stoltenberg. llamando a “Los gobiernos deben decidir, no la OTAN como alianza”. La característica de un gran líder es la voluntad de cambiar de postura en los puntos de inflexión. La defensa de Europa requiere municiones de racimo ahora y en el futuro. No estamos en 2008.
El papel de China en el panorama geopolítico
Además, el cambiante panorama geopolítico exige que la OTAN considere las implicaciones más amplias de sus estrategias de defensa, en particular en lo que respecta a la creciente relevancia de China.
La asociación estratégica de China con Rusia, a menudo descrita como una “amistad sin límites”, tiene implicaciones significativas para la OTAN. Esta asociación se extiende más allá del apoyo diplomático y abarca contribuciones tangibles al esfuerzo bélico de Rusia en Ucrania. Se ha acusado a China de proporcionar tecnología y ayuda económica que indirectamente apoyan las operaciones militares de Rusia, complicando así los cálculos estratégicos de la OTAN.
La postura de China respecto de las municiones en racimo subraya aún más la necesidad de que la OTAN reevalúe su posición. China se ha negado a sumarse a la CMC, priorizando sus capacidades militares por sobre las preocupaciones humanitarias. Esta negativa le permite mantener un arsenal robusto que incluye municiones en racimo, que podrían ser utilizadas en conflictos futuros.
La OTAN debe reconocer que adherirse al CMC la coloca en desventaja estratégica no sólo frente a Rusia sino también frente a una China en ascenso.
John Nagl es profesor de Estudios de Guerra en la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos.
Dan Rice es presidente de la Universidad Americana de Kiev y copresidente de Thayer Leadership en la Academia Militar de Estados Unidos en West Point.
John y Dan son veteranos de guerra de Irak. Este artículo expresa sus opiniones y no las del Ejército de los Estados Unidos, la Escuela de Guerra del Ejército ni el Departamento de Defensa.
Los autores desean agradecer al pasante senior de la Escuela de Guerra del Ejército, David Heiner, de la Universidad de Denver, por su ayuda en la investigación y edición de este artículo.