El primer ministro británico, Keir Starmer, lleva apenas un mes en su cargo y se enfrenta a una crisis a medida que los disturbios generalizados se extienden por todo el Reino Unido. Starmer, que alguna vez fue fiscal jefe de Inglaterra y Gales, está teniendo que aprovechar esa experiencia mientras intenta restablecer el orden y responsabilizar a los manifestantes violentos.