Hace 30 años, los casos de traición eran poco frecuentes en Rusia y solo se presentaban unos pocos al año. Sin embargo, en la última década y, especialmente, desde la invasión de Ucrania en 2022, la cifra se ha disparado, junto con los procesos por espionaje.
Están atrapando a ciudadanos y extranjeros por igual. Las víctimas recientes incluyen desde críticos del Kremlin y periodistas independientes hasta científicos veteranos que trabajan con países que Moscú considera amigos.
Un grupo de derechos humanos contabilizó más de 100 casos de traición conocidos en 2023, y probablemente otros 100 de los que nadie sabe nada.
Los procesos han suscitado comparaciones con los juicios-espectáculo y las purgas llevadas a cabo durante el régimen del dictador soviético Josef Stalin en los años 1930.
Por lo general, se los mantiene en estricto aislamiento en la tristemente célebre prisión de Lefortovo, en Moscú; sus juicios se llevan a cabo a puerta cerrada y casi siempre terminan en condenas y largas penas de prisión. Son investigados casi exclusivamente por el poderoso Servicio Federal de Seguridad (FSB), y los cargos específicos y las pruebas se mantienen en secreto.
Estos casos se suman a la represión sin precedentes contra la disidencia llevada a cabo por el presidente Vladimir Putin, quien en 2022 instó a los servicios de seguridad a “reprimir duramente las acciones de los servicios de inteligencia extranjeros (e) identificar rápidamente a los traidores, espías y saboteadores”.
Algunas conclusiones clave de esta tendencia de perseguir penalmente los delitos graves:
Se modificó una ley y se detuvo a una madre
En 2011-2012 estallaron en Moscú protestas masivas contra el gobierno, en las que las autoridades culparon a Occidente. La definición legal de traición se amplió para incluir la prestación de una “asistencia” vagamente definida a países u organizaciones extranjeros, lo que exponía de hecho a la persecución penal a cualquiera que estuviera en contacto con extranjeros.
Los cambios en la ley fueron duramente criticados por los defensores de los derechos humanos, incluido el Consejo Presidencial de Derechos Humanos. Putin coincidió más tarde con los miembros del consejo en que “no debería haber ninguna interpretación amplia de lo que es alta traición”.
Pero esa interpretación amplia fue exactamente lo que las autoridades comenzaron a aplicar, especialmente después de 2014, cuando Rusia anexó ilegalmente Crimea de Ucrania, apoyó una insurgencia separatista en la parte oriental del país y se enfrentó a Occidente por primera vez desde la Guerra Fría.
Svetlana Davydova, madre de siete hijos en la región occidental de Smolensk, se puso en contacto con la embajada de Ucrania en Moscú en 2014, diciendo que creía que tropas rusas de una base cercana se dirigían al este de Ucrania. Fue arrestada en 2015 por cargos de traición según la definición ampliada de la ley.
El caso atrajo la atención nacional y provocó indignación. En aquel momento, Rusia negó que sus tropas estuvieran implicadas en el este de Ucrania, y el caso contra Davydova contradecía directamente esa versión. Los cargos contra ella finalmente fueron retirados, en lo que resultó ser una rara excepción a los casos cada vez más numerosos que en los años siguientes terminaron sistemáticamente en condenas y penas de prisión.
Multiplicación de casos y condenas
Entre los objetivos de la acusación figuraban periodistas que escribían sobre el ejército ruso, así como científicos eminentes en campos que podrían tener aplicaciones en el desarrollo de armas. Los grupos profesionales afirman que los científicos son castigados por publicar artículos en revistas y participar en proyectos internacionales que suelen formar parte de su trabajo habitual.
Entre ellos:
— Ivan Safronov, asesor de la agencia espacial Roscosmos y ex periodista de asuntos militares, fue declarado culpable de traición en 2022 y condenado a 22 años de prisión. Él negó los cargos y su procesamiento fue visto ampliamente como una represalia por sus informes sobre el ejército.
— El físico Dmitry Kolker fue arrestado por traición en Novosibirsk en 2022, cuando el FSB lo sacó de un hospital cuando sufría un cáncer de páncreas avanzado. Kolker, de 54 años, había estudiado las ondas de luz y había dado varias conferencias aprobadas en China. “No estaba revelando nada (secreto) en ellas”, dijo su hijo, Maksim. Poco después de que el científico fuera llevado a la prisión de Lefortovo, le dijeron a la familia que había muerto en un hospital.
— Valery Golubkin, físico especializado en aerodinámica que ahora tiene 71 años, fue arrestado en 2021 y condenado por traición en 2023. Su instituto de investigación estatal estaba trabajando en un proyecto internacional de un avión civil hipersónico y su empleador le pidió que ayudara con los informes sobre el proyecto. Su sentencia de 12 años fue confirmada a pesar de las apelaciones y su familia ahora solo puede esperar que sea puesto en libertad condicional.
— El físico Anatoly Maslov, de 77 años, que trabajaba en el campo de la hipersónica, fue declarado culpable de traición en mayo y condenado a 14 años de prisión.
Casos de traición o espionaje que involucran a escritores, periodistas y otros:
— Vladimir Kara-Murza, un político de la oposición, fue acusado de traición en 2022 tras pronunciar discursos en Occidente que criticaban a Rusia. Después de sobrevivir a lo que él cree que fueron intentos de envenenamiento en 2015 y 2017, Kara-Murza fue declarado culpable el año pasado y condenado a 25 años de prisión.
— Evan Gershkovich, del Wall Street Journal, fue arrestado en 2023 por cargos de espionaje, el primer periodista estadounidense acusado de ese delito desde la Guerra Fría. Gershkovich, cuyo juicio comenzó en junio, niega los cargos y el gobierno estadounidense ha declarado que su detención es injusta.
— Ksenia Khavana, de 33 años, fue arrestada en febrero en Ekaterimburgo por traición y acusada de recaudar dinero para el ejército ucraniano. La ciudadana ruso-estadounidense había regresado de Los Ángeles para visitar a sus familiares y los cargos se derivan, según se informa, de una donación de 51 dólares a una organización benéfica con sede en Estados Unidos que ayuda a Ucrania.
— Paul Whelan, un ejecutivo de seguridad corporativa estadounidense que viajó a Moscú para asistir a una boda, fue arrestado en 2018 y declarado culpable de espionaje dos años después, y sentenciado a 16 años de prisión. Él niega los cargos.
¿Qué motiva los procesos penales?
Algunos casos que involucran a científicos probablemente se remontan a un discurso de Putin en 2018, cuando promocionó el programa de armas hipersónicas de Rusia. Los servicios de seguridad podrían querer demostrar al Kremlin que los avances científicos de Rusia son tan impresionantes que las potencias extranjeras quieren perseguirlos, dice el abogado Evgeny Smirnov.
Si un servicio de seguridad quiere autorizar la vigilancia o escuchas telefónicas de un sujeto, es mucho más fácil conseguir que las autoridades aprueben tales medidas si se trata de un caso de traición, dijo Andrei Soldatov, periodista y experto en el FSB.
Smirnov dice que el aumento de los procesos judiciales se produjo después de que el FSB permitió en 2022 que sus filiales regionales persiguieran ciertos tipos de casos de traición, y los funcionarios de esas áreas buscaron ganarse el favor de sus superiores para avanzar en sus carreras.
Por encima de todo, dijo Soldatov, está la genuina creencia del FSB en “la fragilidad del régimen” en un momento de agitación política, ya sea por las protestas masivas, como en 2011-12, o ahora en medio de la guerra en Ucrania.
“Creen sinceramente que (el régimen) puede romperse”, aunque en realidad no sea así, afirmó.