CARACAS, Venezuela (AP) — athomas editó y presentó el viernes 26 de julio a las 09:00 hora del este. Fotos tk
María Corina Machado ha recorrido pasos elevados, caminado por carreteras, conducido motocicletas, buscado refugio en casas de sus partidarios y ha visto a sus colaboradores más cercanos detenidos y perseguidos. Ha sostenido las manos encallecidas de hombres que lloraban, ha llevado docenas de rosarios regalados y ha escuchado las súplicas de jóvenes y ancianos mientras recorría Venezuela.
El partido gobernante ha impedido que Machado se presente a las reñidas elecciones presidenciales del domingo, pero gracias a esa prohibición, se ha convertido en la fuerza impulsora de la principal coalición opositora y en un símbolo de esperanza, coraje y perseverancia para millones de venezolanos. Machado, que en el pasado fue una paria política, es ahora su luchadora por la libertad y la principal amenaza a las aspiraciones de reelección del presidente Nicolás Maduro.
Sus seguidores gritan “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!” cuando llega a los mítines y mientras habla, algunos abrumados hasta las lágrimas. Entre las multitudes de miles de personas hay opositores a la autoproclamada revolución socialista que el predecesor de Maduro inició a principios del siglo, así como votantes que apoyaron esos ideales pero los abandonaron debido a la crisis actual de Venezuela.
Tal es su poder para conseguir millones de votos que el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela ha recurrido a la intimidación de Machado y sus partidarios. El gobierno ha arrestado a colaboradores y ha cerrado negocios asociados con ella, desde un hotel donde se alojó durante una parada de campaña hasta mujeres que le vendían empanadas desde sus casas. Su jefe de campaña se ha refugiado en una embajada en la capital, Caracas, durante meses.
Y todo esto cuando el nombre de Machado, su rostro y su partido no aparecen en las papeletas, mientras Maduro aparece 13 veces.
Machado se consolidó como líder de la coalición Plataforma Unitaria —la principal facción de la oposición— en octubre, cuando ganó las primarias presidenciales con más del 90% de los votos.
Pero el camino de Machado hacia el liderazgo ha sido largo y tortuoso. Apenas unos meses antes de las primarias, incluso algunos miembros de la oposición consideraban a la activista del libre mercado una radical debido a su falta de voluntad para negociar con el gobierno de Maduro y sus duras críticas a quienes lo hicieron. En fecha tan reciente como 2021, instó a los votantes a boicotear las elecciones, argumentando que su participación en un campo de juego desigual legitimaba implícitamente al partido gobernante.
La ingeniera industrial e hija de un magnate del acero comenzó a desafiar al partido gobernante en 2004, cuando la organización no gubernamental que cofundó, Súmate, promovió un referendo para revocar el mandato del entonces presidente Hugo Chávez. La iniciativa fracasó y Machado y otros ejecutivos de Súmate fueron acusados de conspiración.
Un año después, volvió a provocar la ira de Chávez y sus aliados por viajar a Washington para reunirse con el presidente George W. Bush en la Oficina Oval. Chávez consideraba a Bush un adversario.
Entró formalmente en la arena política en 2010, cuando fue elegida para un escaño en la Asamblea Nacional, recibiendo más votos que cualquier aspirante a legislador en la historia. Fue desde esta posición que interrumpió audazmente a Chávez cuando este se dirigía a la legislatura y calificó de robo su expropiación de empresas.
“Un águila no caza una mosca”, respondió. El diálogo quedó grabado a fuego en la memoria de los votantes.
Machado es un “símbolo de la resistencia al régimen”, dijo Michael Shifter, académico y ex presidente del Diálogo Interamericano, un centro de estudios con sede en Washington. Sus esfuerzos por desafiar al partido gobernante le han valido la admiración de muchos votantes que la ven como el “instrumento para una transformación en Venezuela”, dijo Shifter.
Machado, de 56 años y madre de tres hijos, reveló sus aspiraciones presidenciales dos años después. Quedó en tercer lugar en la carrera para ser candidata presidencial por la Mesa de la Unidad Democrática. El ex gobernador del estado norteño de Miranda, Henrique Capriles, representó a la coalición opositora, pero perdió ante Chávez. Cuando Chávez murió de cáncer en marzo de 2013, Maduro fue instalado como presidente interino y venció a Capriles en las elecciones posteriores, provocadas por la muerte de Chávez.
En 2014, la Asamblea Nacional, controlada por el partido gobernante, destituyó a Machado y, meses después, la Contraloría General de la República la inhabilitó para ejercer cargos públicos durante un año, alegando una supuesta omisión en su declaración patrimonial. Ese mismo año, el gobierno la acusó de estar involucrada en un supuesto complot para asesinar a Maduro. Ella negó la acusación, calificándola de intento de silenciarla a ella y a los miembros de la oposición que habían convocado a decenas de miles de personas a las calles en protestas que en ocasiones se tornaron violentas.
Durante los nueve años siguientes mantuvo un perfil bajo; apoyó algunas iniciativas contra Maduro y criticó los esfuerzos de la oposición por negociar con el gobierno. Cuando anunció su candidatura a la presidencia el año pasado, su cuidadosa comunicación había suavizado su imagen de elitista de línea dura, lo que le permitió conectarse con escépticos de ambos bandos.
Días después de que Machado se inscribiera formalmente en las primarias de la coalición opositora Plataforma Unitaria, la Contraloría General de la República anunció que le había prohibido postularse a un cargo público durante 15 años, y el máximo tribunal del país confirmó esa decisión en enero. Lejos de frenar la lucha de Machado o de disminuir el apoyo de los votantes, ha utilizado esos desafíos para conectarse con los venezolanos, muchos de los cuales encuentran paralelismos entre sus dificultades y sus luchas cotidianas.
Los ataques y obstáculos a los que se enfrenta Machado “han servido para catapultarla”, dijo Félix Seijas, director de la encuestadora venezolana Delphos, quien la describió como un “fenómeno político”.
Su meteórico ascenso también se vio favorecido por el vacío dejado por otros líderes de la oposición que huyeron al exilio.
Desde que comenzó oficialmente la campaña presidencial este mes, Maduro, de 61 años, ha endurecido sus críticas a Machado, llamándola “vieja decrépita de la ideología del odio y el fascismo” y acusándola de querer “llenar el país de odio y violencia”.
Al no poder superar la prohibición que impedía su candidatura, Machado eligió inicialmente a una profesora universitaria como su sustituta en la votación del domingo, pero a ella también se le prohibió inscribirse como candidata. Machado acabó dando su apoyo al ex diplomático Edmundo González Urrutia, y han hecho campaña juntos en los últimos meses.
Miles de sus partidarios se reunieron este mes en una manifestación en la otrora próspera ciudad industrial de Valencia. La gente vitoreó y coreó “¡Libertad! ¡Libertad!” mientras pasaban en lo alto de un camión.
Entre los asistentes a la manifestación se encontraba Alejandro Veliz, de 22 años, quien dijo que el domingo llevaría a ciudadanos mayores a los centros de votación. Él vende comida china casera en la calle porque no pudo terminar su carrera universitaria debido a dificultades económicas. Sus dos hermanos se encuentran entre los más de 7,7 millones de venezolanos que han emigrado en la última década, y él quiere un cambio de gobierno para no tener que irse él también.
“La gente está cansada de vivir bajo la represión. Cortan árboles y mueven tierra para obstruir el paso de peatones, autobuses, incluso de María Corina”, dijo Veliz en referencia a los obstáculos que bloqueaban el acceso a la concentración. “La gente está cansada”.