El ataque ruso a Ucrania y las amenazas flagrantes de Moscú de utilizar armas nucleares contra los partidarios de Ucrania han puesto a la opinión pública occidental frente al peligro de una escalada nuclear por primera vez desde el fin de la Guerra Fría. Esto significa que el concepto de disuasión nuclear, con todas sus ventajas, peligros y dilemas, vuelve a ser un elemento central de la política de seguridad transatlántica. En la cumbre del 75º aniversario en Washington, los líderes de la OTAN, por primera vez en décadas, incluso hablaron de modernizar las capacidades nucleares de la alianza.
En el futuro se discutirá cómo se debe llevar a cabo esta modernización, pero hay algo que ya está claro: estos debates político-militares requieren, sobre todo, conocimientos especializados en la materia o, como se dice en la OTAN, un coeficiente intelectual nuclear suficiente. Esto se aplica no sólo a los responsables políticos, sino también a la necesidad de crear una opinión pública informada.
El coeficiente intelectual nuclear de Alemania está actualmente en un estado lamentable. El breve debate público de principios de 2024 sobre cómo responder a los anuncios de Donald Trump de que, como presidente de Estados Unidos, cuestionaría la promesa estadounidense de proteger a sus aliados, reveló una profunda falta de conocimiento en gran parte de la política, en la prensa e incluso entre supuestos expertos. Las declaraciones de los miembros del parlamento revelaron considerables lagunas en el conocimiento, y un conocido historiador alemán sugirió seriamente en una entrevista de prensa que la Unión Europea debería adquirir sus propias armas nucleares y, en ausencia de un Estado miembro, rotar el “botón rojo” entre las capitales europeas.
Es aterrador que haya tanta ignorancia, pero se la puede encontrar en muchos Estados miembros de la OTAN que no poseen armas nucleares. La narrativa generalizada desde los años 1990, particularmente en Europa occidental, de estar “rodeado de amigos” ha hecho que el interés general en la política de seguridad y defensa haya disminuido. Las cuestiones nucleares eran mal vistas y sólo se discutían, si es que se discutía, en pequeños círculos de expertos. La “investigación para la paz” a menudo se malinterpretaba como un sustituto del pensamiento estratégico y las armas nucleares eran vistas casi exclusivamente como objetos del desarme nuclear.
Para invertir esta tendencia y proporcionar a Alemania los conocimientos nucleares necesarios para perseguir sus intereses en un nuevo entorno de seguridad, será necesario un cambio de rumbo en materia nuclear, lo que exigirá adaptaciones en las universidades, en las fuerzas armadas, en los centros de investigación y en el amplio campo de la educación civil.
La generación de conocimientos sobre políticas de seguridad para la política, el periodismo o el público comienza en las universidades. En la actualidad, el número de profesores que ofrecen seminarios sobre disuasión o cuestiones nucleares en sus seminarios políticos en Alemania es casi insignificante. Para cambiar esta situación no sólo será necesario financiar con fondos gubernamentales las cátedras de política y estrategia de seguridad, sino también hacer frente a la estigmatización de la política de seguridad en el sistema educativo alemán, donde los pocos profesores que se ocupan de cuestiones de estrategia nuclear todavía se enfrentan al rechazo y a las protestas tanto dentro como fuera de sus instituciones.
Además, las fuerzas armadas alemanas y el Ministerio de Defensa han ignorado durante mucho tiempo la importancia de la disuasión nuclear. En las últimas dos décadas, la Escuela Superior del Estado Mayor de la Bundeswehr enseñó la disuasión nuclear sólo como una cuestión secundaria y en el Ministerio de Defensa alemán sólo dos (!) de los aproximadamente 2.500 empleados se ocupan explícitamente de cuestiones nucleares. Es obvio que con estas capacidades limitadas, es difícil cumplir con los requisitos de la OTAN de posiciones nucleares independientes, sobre todo porque Alemania es un país en el que hay estacionadas armas nucleares estadounidenses.
Lo mismo ocurre con el panorama de los think tanks alemanes. De los aproximadamente 30 think tanks sobre política exterior y de seguridad que existen, sólo uno o dos se ocupan de cuestiones nucleares de forma permanente y estructurada. Cambiar esto de la noche a la mañana es difícil, ya que el número de expertos académicos en la materia sigue siendo escaso. Además, como –a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos– hay poco intercambio de personal entre los ministerios y los institutos de investigación sobre política exterior y de seguridad, la relación entre ambos mundos no siempre está libre de tensiones. Los ministerios a menudo se quejan de que los think tanks no proporcionan los análisis necesarios para el trabajo diario, mientras que los representantes de los think tanks a menudo se quejan de que los responsables de las decisiones políticas se resisten a recibir asesoramiento. Esto se podría remediar ofreciendo a más think tanks la posibilidad de pasar unos meses en un ministerio para aprender qué tipo de asesoramiento político se requiere en las burocracias ministeriales.
Por último, Alemania cuenta con un gran número de instituciones de formación política (con frecuencia financiadas por el Estado) que se dirigen tanto a los responsables políticos como al público en general. A aquellas que se centran en la política de seguridad se les debería pedir que incluyeran con mayor intensidad cuestiones sobre la disuasión nuclear en sus programas educativos.
Sin embargo, al abordar cuestiones de estrategia nuclear en la política y la sociedad, es importante que la transferencia de conocimientos no se entienda erróneamente como adoctrinamiento nuclear, sino que se identifiquen abiertamente los puntos fuertes y débiles de una política de seguridad basada en la disuasión. La disuasión nuclear es un concepto en parte contradictorio que plantea dolorosas cuestiones políticas o éticas. Abordarlas abiertamente y de manera autocrítica, incluso cuando no se puedan encontrar respuestas concluyentes y universalmente satisfactorias, también forma parte del coeficiente intelectual nuclear.
Karl-Heinz Kamp fue asesor especial del Ministerio de Defensa alemán y es miembro asociado del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.