‣ Introducción
No es una metáfora: eres parte de una máquina. Una máquina diseñada no para tu libertad, sino para tu obediencia. Desde que naces, eres programado para encajar, no para cuestionar. Este artículo es la bofetada que nadie te dio en la escuela. Si al terminar de leer no sientes algo arder dentro, es porque el sistema ya te apagó.
‣ 1. El engranaje perfecto: cómo el sistema te diseña desde niño
Desde los primeros años, todo está diseñado para moldearte:
- La escuela no enseña a pensar, enseña a repetir.
- La televisión infantil prepara el consumo.
- El mérito se mide en obediencia, no en curiosidad.
La infancia no es libre. Es domesticada.
‣ 2. El mito del ciudadano productivo
Te educan para un único propósito: ser útil al sistema. No se te enseña a crear riqueza, sino a intercambiar tiempo por dinero bajo órdenes ajenas.
¿Productivo? Sí. Pero no para ti. Productivo para quienes te exprimen y luego te desechan.
‣ 3. El tiempo como moneda: vendes tu vida en cuotas
Tu tiempo es lo único que no puedes recuperar.
Sin embargo, el sistema te convence de que entregarlo 40 horas por semana a cambio de “estabilidad” es una victoria.
La trampa: vivir esperando el fin de semana y “sobrevivir los lunes” es normal.
Pero no lo es. Es patológico. Y aceptarlo te convierte en engranaje.
‣ 4. Disidencia anestesiada: rebeldía sin consecuencia
Te permiten criticar, protestar y quejarte.
Pero mientras sigas pagando impuestos, usando sus bancos, votando en sus urnas y viendo sus noticias, no eres un rebelde. Eres un engranaje con actitud.
La verdadera disidencia se ejerce con acción: desobediencia estratégica, creación de sistemas alternos, soberanía real.
‣ 5. ¿Es posible salir del engranaje?
Sí. Pero no es cómodo.
Salir del sistema no significa irte al bosque (aunque podrías).
Significa dejar de pensar como esclavo:
- Aprender a generar ingresos sin jefe.
- Recuperar el control de tu tiempo.
- Alimentarte y educarte fuera de sus estructuras.
- Construir comunidad con otros que ya despertaron.
‣ Conclusión
No naciste para ser parte de una maquinaria de control, consumo y sumisión.
El sistema está roto, pero sigue girando porque millones como tú lo mantienen andando.
Romper con él empieza por una decisión: dejar de ser engranaje.
Apaga la tele. Cierra el banco. Estudia lo prohibido. Construye lo autónomo. Comparte esto con otro engranaje… antes de que se oxide del todo.